rapsodie (segundo acto)
- ¡Gallardo y templado Señor! Ay de mí..! Le ruego me escuche... mi indolencia ha sido castigada... Abandonado a la libertad de sus afanes y su imprudencia mi inocente gato, de corazón limpio como el reflejo de la luna en el agua serena, huyó siguiendo el llamado de las alturas y las ninfas del bosque. Pero espíritus siniestros habitan esta bruma, fuerzas oscuras conforman el verde encanto de estos árboles...
¡tan solo un momento vaciló mi atención..!
Ay de mí, mi negligencia, mi incuria...
Pero ya es demasiado tarde, invisibles cadenas ultrajan el pellejo de mi gato y lo sujetan a este árbol, majestuoso, tan hermoso como terrible.
Si Ud., valiente caballero, se dignara a socorrer a esta dama. Usted si tiene la fortaleza, el coraje...
- Callate, vieja culiada.
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